En la actualidad, la búsqueda de una salud óptima nos ha llevado a un incremento exponencial en el consumo de suplementos vitamínicos y minerales. Es común que, buscando mejorar nuestra energía, fortalecer el sistema inmunitario o prevenir enfermedades, recurramos a estos productos. De hecho, una encuesta reciente en España reveló que el 42% de la población había tomado complementos alimenticios en los últimos 12 meses, a menudo sin supervisión profesional.
Pero, ¿es esta tendencia una necesidad real o una sobrevaloración de su utilidad? Como médico comprometido con la evidencia científica, es fundamental analizarlo. La base inquebrantable: alimentación equilibrada y estilo de vida saludable
La evidencia científica actual es contundente: para la mayoría de las personas adultas sanas y no embarazadas, una dieta variada y equilibrada, rica en frutas y verduras, es suficiente para obtener todos los nutrientes esenciales que el cuerpo necesita.
Los alimentos integrales no solo aportan vitaminas y minerales, sino también fibra y otros compuestos bioactivos que los suplementos no pueden replicar y que actúan de forma sinérgica para proporcionar beneficios para la salud.
Expertos y organizaciones de prestigio, como el Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de Estados Unidos (USPSTF), enfatizan que la clave para mantenerse sano reside en prácticas basadas en la evidencia como comer de forma saludable y hacer ejercicio regularmente, en lugar de depender de «píldoras mágicas». De hecho, los estadounidenses gastaron cerca de 50.000 millones de dólares en vitaminas y suplementos dietéticos en 2021, un gasto que, para la población sana, a menudo resulta un desperdicio de dinero. Cuando NO están demostrados los beneficios en personas sanas.
La investigación ha mostrado una falta de evidencia concluyente sobre la eficacia de la suplementación en la prevención de patologías crónicas en la población general.
- Las recomendaciones del USPSTF indican que no hay «pruebas suficientes» de que tomar multivitaminas, suplementos combinados o individuales pueda ayudar a prevenir la ECV y el cáncer en adultos no embarazadas y sanos.
- Se desaconseja específicamente tomar suplementos de betacaroteno por un posible aumento del riesgo de cáncer de pulmón, especialmente en fumadores y personas expuestas al asbesto.
- La suplementación con vitamina E tampoco ha mostrado ningún beneficio neto en la reducción de la mortalidad, enfermedades cardiovasculares o cáncer, e incluso podría aumentar el riesgo de accidente cerebrovascular hemorrágico a dosis altas.
- Otros estudios concluyen que la suplementación con folato, vitaminas B6, B12, C y D tampoco conlleva beneficio en la prevención de ECV o cáncer en la población general.
- En cuanto a los ácidos grasos omega-3, si bien el consumo de pescado graso y mariscos se asocia con una mejor salud cardíaca, no está claro si los beneficios provienen del omega-3 o de los alimentos en sí. La Asociación Americana del Corazón (AHA) recomienda el consumo de pescado, pero no suplementos de omega-3 para personas con alto riesgo de ECV, aunque sí para aquellos con enfermedad cardíaca establecida, siempre bajo supervisión médica.
- No existe evidencia sólida que respalde el uso de suplementos de vitamina D en el mantenimiento general de la salud ósea, a excepción de condiciones específicas como el raquitismo, la osteomalacia y la osteoporosis diagnosticada.
- Un subanálisis de un estudio con más de 25.000 participantes no encontró diferencias significativas en la incidencia de fracturas entre quienes tomaron vitamina D y quienes recibieron placebo.
- El USPSTF considera insuficiente la evidencia para la prevención primaria de fracturas con suplementos de vitamina D (sola o con calcio) en la población general y, de hecho, emite una recomendación en contra del uso de dosis diarias inferiores a 400 UI de vitamina D y 1.000 mg de calcio en este contexto, salvo en personas con antecedentes de fracturas osteoporóticas o diagnóstico de osteoporosis.
- La suplementación con vitamina D tampoco ha demostrado reducir el riesgo de caídas en adultos mayores no institucionalizados y sanos.
- No hay evidencia suficiente para respaldar la administración de vitamina D en la población general para reducir el riesgo de infecciones del tracto respiratorio superior, incluyendo la COVID-19.
- Tampoco hay evidencia que apoye el papel de la suplementación de la vitamina E en la prevención de infecciones respiratorias en pacientes mayores.
- La suplementación regular con vitamina C no reduce la incidencia del resfriado común.
- Estudios no encontraron diferencias entre los suplementos de vitamina D y el placebo en la incidencia o recurrencia de la depresión tras 5 años de tratamiento.
- La evidencia disponible tampoco recomienda el uso de suplementación con folatos, vitaminas B6, B12, C, E, betacaroteno y selenio para reducir el riesgo de deterioro cognitivo o demencia en la población general.
Si bien la población general sana no suele necesitar suplementos, existen ciertos grupos y situaciones donde la evidencia sí apoya su uso, incluso si no presentan una patología de base evidente, pero sí un riesgo de deficiencia:
- A pesar de la controversia, las determinaciones de 25-hidroxivitamina D en la población están mostrando un déficit generalizado.
- Aunque el cribado rutinario y la suplementación no están justificados en población asintomática sin factores de riesgo, sí se considera su monitoreo y suplementación en ancianos institucionalizados si presentan deficiencia (< 12 ng/mL), recomendándose en estos casos combinarla con calcio.
- Para niños y adolescentes, se sugiere la suplementación en grupos de alto riesgo de déficit de vitamina D (poca exposición solar, piel oscura) o lactantes amamantados si sus niveles son inferiores a 10 ng/ml.
- Es esencial para las mujeres embarazadas o que intentan quedarse embarazadas para prevenir los defectos del tubo neural (DTN) en el feto.
- La recomendación general es una ingesta diaria de 400 mcg desde un mes antes de la concepción y hasta la semana 12 de gestación.
- En mujeres de alto riesgo (antecedentes de DTN, diabéticas, obesas con IMC > 35 kg/m², o epilépticas bajo tratamiento anticonvulsivante) se recomienda una dosis diaria de 5 mg.
- Las personas que siguen una dieta vegana o vegetariana estricta deben suplementarse indefectiblemente con vitamina B12, ya que no se encuentra en alimentos de origen vegetal.
- Incluso los ovolactovegetarianos deberían considerar la suplementación.
- La dosis diaria recomendada para mayores de 15 años es de 4 microgramos. En caso de sospecha de deficiencia, se sugieren dosis más elevadas inicialmente, seguidas de una dosis de mantenimiento.
- Aunque no se recomienda la suplementación sistemática en todas las embarazadas, la anemia por deficiencia de hierro es la causa más frecuente de anemia en este grupo. Se realiza un cribado y se suplementa si se confirma la deficiencia.
- En niños, la ferropenia es la deficiencia nutricional más común. Lactantes prematuros o con bajo peso al nacer, así como aquellos mayores de 6 meses con factores de riesgo, pueden necesitar suplementación con hierro.
- Aunque no existen recomendaciones generales para la suplementación en la población sana, estudios preclínicos sugieren que podría ser beneficioso en el manejo de condiciones como la enfermedad renal crónica y el síndrome metabólico, donde la deficiencia de magnesio es común y agrava el pronóstico. Sin embargo, no existen ensayos en humanos.
Es crucial entender que «más no siempre es mejor». El consumo descontrolado de suplementos, especialmente de las vitaminas liposolubles (A, D, E y K), puede ser perjudicial y llevar a toxicidad o hipervitaminosis. Conocer los límites superiores tolerables (UL, por sus siglas en inglés) es fundamental para evitar complicaciones.
- Vitamina A (UL: 3.000 mcg para adultos): El exceso puede causar daño hepático, náuseas, mareos y, en mujeres embarazadas, aumenta el riesgo de malformaciones congénitas. La ingesta de betacaroteno, un precursor de la vitamina A, se ha relacionado con mayor riesgo de cáncer de pulmón en poblaciones de riesgo.
- Vitamina D (UL: 4.000 UI para adultos > 8 años): Una sobredosis puede provocar niveles peligrosos de calcio en la sangre (hipercalcemia), que se manifiesta con anorexia, náuseas, vómitos, debilidad muscular, arritmias cardíacas, confusión y, en casos graves, daño renal y anemia. Dosis altas (4.000-10.000 UI/día o superiores) también se han asociado a un aumento del riesgo de fracturas y/o caídas. La toxicidad crónica puede llevar a nefrocalcinosis y desmineralización ósea.
- Vitamina E (UL: 300 mg para adultos): Dosis elevadas se han asociado con un aumento del riesgo de accidente cerebrovascular hemorrágico y, a dosis mayores de 400 UI/día durante más de un año, con un aumento del riesgo de muerte por todas las causas.
- Hierro (Dosis máxima tolerable: 45 mg diarios para adultos): El exceso puede ser tóxico, causando trastornos gastrointestinales (vómitos, dolor abdominal, diarrea, estreñimiento) y daño a órganos, especialmente al hígado. La ingestión de ≥ 60 mg/kg de hierro elemental puede causar lesión hepática, shock y muerte.
- Calcio (UL: 2.500 mg para adultos): Consumir más de esta cantidad al día puede llevar a cálculos renales y complicaciones cardiovasculares (aunque la relación con el riesgo cardiovascular es controvertida). También puede causar reflujo gástrico y estreñimiento.
- Magnesio (UL para suplementos: 250 mg): La hipermagnesemia es rara, pero puede ocurrir en casos de insuficiencia renal o por ingesta excesiva. Los síntomas más frecuentes incluyen diarrea, náuseas, dolor abdominal, disminución de los reflejos tendinosos, debilidad, parálisis, letargo, alargamiento del intervalo QT, hipotensión y fallo respiratorio.
- Vitamina B12: Si bien es difícil consumir niveles en exceso que causen daño, ya que el exceso se elimina por la orina y no se ha demostrado toxicidad, la determinación de sus niveles en sangre puede ser engañosa debido a la presencia de análogos que aumentan el valor analítico.
Una llamada a la moderación y la consulta profesional
La clave para una buena salud no reside en la cantidad de vitaminas y minerales que consumimos en forma de suplementos, sino en el equilibrio adecuado. Si bien la suplementación puede ser una herramienta útil en algunos casos muy específicos y bajo indicación, debe hacerse con conocimiento y precaución.
Antes de iniciar cualquier régimen de suplementación, es fundamental consultar con un profesional de la salud . Ellos pueden evaluar sus necesidades nutricionales específicas, considerar su dieta, estilo de vida, historial médico y cualquier medicación que esté tomando, para así determinar si existe una deficiencia real y cuál sería la mejor estrategia para abordarla. Priorizar una dieta balanceada, actividad física regular y un estilo de vida saludable sigue siendo la base más sólida para optimizar el bienestar general y reducir riesgos a largo plazo.
Dr. David Díaz Sesé
Médico de Familia
septiembre 22, 2025
Leer otras noticias
Tfno.: +34 952 908 628
+34 609 148 799
952908898 Oncología
951829947 Ginecología