Es la administración de un tratamiento de fármacos con distintos mecanismos de acción que atacan las células tumorales del organismo.

• Actúan en todo el organismo afectando más a estas, ya que crecen y se reproducen más rápido que las células normales.
• Pueden eliminar las células tumorales que se han propagado o evitar que se propaguen (metástasis) a partes del cuerpo lejos del tumor original (primario).

Tu oncólogo buscará el esquema de tratamiento que mejor se adapte a ti en función de:

• tipo de cáncer,
• estadio de la enfermedad,
  
• estado de salud,
• intención del tratamiento.

Generalmente se administra en ciclos compuestos por un número de sesiones determinado.

Un ciclo consiste en el periodo de administración del tratamiento y de descanso, hasta la siguiente administración. Es necesario descansar entre ciclo y ciclo para que tu cuerpo se recupere después de un tratamiento.

El tiempo de administración o duración de sesiones depende del fármaco y del tiempo de premedicación que te hayan prescrito.

El día de la sesión

• Tu oncólogo valorará si tu estado de salud es adecuado para recibir el tratamiento.
• En el hospital de día, se administrará el tratamiento por una enfermera especializada.
• Aunque en la mayoría de los casos los pacientes pueden conducir después del tratamiento, se recomienda acudir acompañado.

En algunos casos este tratamiento puede ir acompañado de una premedicación o postmedicación que la enfermera administrará por la misma vía con el fin de minimizar los efectos secundarios

Puede administrarse como tratamiento único o combinado con otro tipo de tratamientos como radioterapia o cirugía, terapia dirigida o terapia hormonal.
 
La intención de tratamiento puede ser:

• Eliminar posibles células tumorales remanentes, administrándose después de una cirugía (adyuvante)
• Reducir el tumor o evitar que su diseminación (metástasis) administrándose antes de la cirugía (neoadyuvantes:)
• Controlar los síntomas relacionados con la enfermedad.
• Potenciar otro tratamiento administrándola al mismo tiempo, generalmente con la radioterapia (concomitante)

Tu oncólogo valorará la vía de administración más adecuada para ti, puede ser:

Intravenosa:
La medicación se administra directamente en la vena. Cuando el tratamiento es prolongado o requiere muchas sesiones se recomiendar el uso de sistemas de administración permanente, evitando los pinchazos de cada sesión y sus posibles complicaciones. Existen dos tipos:

Oral:
El fármaco se dispensa en pastillas. Tu oncólogo te pautará las tomas de la quimio y te hará un seguimiento para asegurar que el tratamiento es tolerado y eficaz.

Intratecal:
Por medio de una punción lumbar con el fin de que el fármaco permanezca en el espacio que rodea la médula espinal junto con el líquido cefalorraquídeo. Suelen ser más comunes en tumores hematológicos.

Intraoperatoria:
se administra directamente sobre el tumor, durante una operación quirúrgica.

Los efectos secundarios dependen mucho del fármaco, la dosis, el esquema y como tolere cada paciente la quimioterapia. La premedicación nos ayuda controlar la toxicidad y reducir los efectos secundarios.
 
Posibles efectos secundarios;

• Alteraciones en el aparato digestivo: náuseas, vómitos, diarrea, falta de apetito…
• Alteraciones en el gusto y el olfato
• Llagas en la boca
• Fatiga
• Tendencia a la formación de hematomas

• Alteraciones del cabello, uñas y piel: Algunos tipos de quimioterapia pueden provocar alopecia. Esta pérdida de pelo puede afectarnos emocionalmente. Por ello, existen diferentes soluciones para sobrellevar como pelucas o extensiones y también sistemas de enfriamiento del cuero cabelludo (Dignicap®) que directamente impiden que la quimioterapia llegue a el cuero cabelludo para prevenir la caída del cabello.

• Efectos en la fertilidad: La infertilidad en el paciente oncológico depende de:
• El tipo de tumor, estadio y localización.
• La edad y sexo del paciente.
• Dosis y fármaco de la quimioterapia.
• En pacientes jóvenes en edad fértil y con deseos de tener hijos puede plantearse la preservación de ovocitos o espermatozoides previa al tratamiento.

Antes, durante y después del tratamiento tu oncólogo te solicitará diferentes pruebas para comprobar la respuesta al tratamiento.
Puede ser:

• Respuesta clínica: el paciente tiene síntomas de su enfermedad y al administrar el tratamiento los síntomas se reducen o desaparecen.
• Respuesta radiológica: comparando las distintas pruebas con pruebas radiológicas anteriores.
• Respuesta química: Monotorizando durante el tratamiento marcadores tumorales como el PSA.
• Respuesta patológica: en tratamientos neoadyuvantes. Cuando administramos quimioterapia previa a la cirugía y observamos cómo el tumor ha respondido en la misma pieza quirúrgica (tumor operado).